Desde el siglo XVIII, numerosos migrantes estadounidenses se asentaron en el norte del virreinato con permiso de la Corona.
El estadounidense Moses Austin fundo en Texas una colonia con 300 familias. El gobierno mexicano autorizo su asentamiento a cambio de que los migrantes fueran católicos y no se introdujeran esclavos.
Esta condición inconformó a los colonos, los cuales fundamentaban su economía. La presencia de colonos estadounidenses en el territorio texano fue en aumento y sobrepasó al número de mexicanos residentes.
El gobierno mexicano intento aplicar al libre comercio, llevaron a los colonos estadounidenses a buscar su independencia cuando se estableció un gobierno centralista en la Cuidad de México.
Un ejército mexicano, encabezado por el general Antonio López de Santa Anna partió hacia el norte del país con el propósito de someter a los colonos. La campaña mexicana resulto un éxito, los colonos fueron vencidos en la mayoría de los enfrentamientos.
En la batalla del Álamo, las fuerzas mexicanas sitiaron la fortaleza donde se refugiaron los texanos y después la tomaron dando muerte a casi todos los ocupantes.
En la batalla de San Jancito, el general Santa Anna fue hecho prisionero por el ejercito texano y ordeno a sus tropas que se retiraran.
Como Presidente de la Republica, Santa Anna firmo el Tratado de Velasco en el que reconocía la independencia de Texas a cambio del respeto a su vida. El resultado provoco nuevos movimientos políticos en México que culminaron con la destitución de Santa Anna de la presidencia.
México había perdido el territorio de Texas, pero el gobierno se negó a reconocerlos. En 1845 Texas se unió a los Estados Unidos de América como un estado más.
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